días

16/2/13

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R.I.P.

Siempre estuvo ahí. De camino al conservatorio, siempre nos esperaba en el mismo lugar y nos hacía compañía durante unos pasos. Antes de que pasáramos por ahí, ya estaba vigilándonos, siempre a una prudente distancia.
Era milagrosa: En la época otoñal, perdía las fuerzas, perdía su color. No mejoraba en invierno. Al pasar por el mismo camino de siempre y verla tan frágil y débil, llegábamos a temer, en silencio, que no viese el próximo año. Pero cuando el Sol nos regalaba sus primeros rayos primaverales, volvía a ser ella, su figura parecía más fuerte, renacía y sus ropas eran alegres y abultadas.
Mejoraba sin parar, y un día cualquiera de verano, al pasar por allí, nos sorprendía con su mejor regalo, con aquello por lo que tanto la apreciábamos...
¡Sus higos!
Sí, señores, estamos hablando de una higuera. Tantos años plantada en Campuzano habían desencadenado una pequeña historia. Esta higuera ya era parte de Campuzano... y las manos crueles de los hombres la arrancaron de su vivienda para hacer un aparcamiento de grija.
Qué vergüenza.