Ropa

Ya de pequeño me encantaba ir vestido con ropa formal. Tenía corbatas, camisas y mocasines. El día más feliz de mi vida fue aquél en el que, en una tienda que no recuerdo, compré, a los 12 años, una americana.
En cuanto un evento tenía la mínima importancia, iba hecho un pincel. Y no te digo nada del cumpleaños de mi abuelo, en el que fui hecho, no un pincel, sino un auténtico cuadro, pañuelo en bolsillo incluso.
¿Y todo esto por qué? Simplemente, en cuanto veía a un hombre con traje, en mi cabecita infantil se convertía en un hombre inteligente, honrado y trabajador. Y eso quería ser yo.
Habiendo pasado algunos años, me han bastado unos pocos telediarios para descubrir lo que muchos ya sabían: que los trajes son para engañar. Y tengo que hablar de los políticos.
Son tan achuchables... todos trajeados, sonrientes, la espalda erguida y las gafas un centímetro por encima de la punta de la nariz. Pero la elegancia ya no nos engaña. Puede que lo hiciera en su tiempo, pero ahora -por lo menos a mí- me dan cierto asco las personas con estas características, y no creo ser el único, ¿verdad?


Me pregunto si Bárcenas se quejará de las rayas horizontales... ¡Va a perder su buena imagen!

7 días y medio sin Internet

Día 1/8
Me encuentro ahora en un coche en movimiento que me dificulta escribir, y con la radio puesta.
Son las 8:08 a.m., y dejamos Torrelavega para ir a Segovia. En este cuaderno (que más tarde será un post), relataré mi experiencia prescindiendo de Internet, y con el mínimo de aparatos electrónicos, que creo que se reducirán a la Nintendo (solo para escuchar música) y la cámara de fotos.
Si vienes de la anterior entrada, igual te ha chocado que haya puesto "Día 1/8". Es cierto, prometí una semana, que son 7 días, pero hoy Domingo salimos ya de viaje y en el hotel no hay ordenador, ¿sabes?
De momento mato el tiempo escuchando Queen y observando el paisaje a través de la ventanilla. Todo va bien.

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[Esto significa que ha pasado tiempo, y lo voy a usar mucho, mucho]

Ahora son las 9:07. Mi único entretenimiento es la música, pero no me aburro. El Sol llega a mis rodillas y mis manos. ¡Qué calentito!

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Estoy en Navas de Oro, Castilla y León (todavía viajando en coche) y acaban de pasar unos cabezudos. Me he fijado, y nadie de los que los seguía iba con un móvil, lo cual ya es de extrañar por donde yo vivo.
Hace un calor terrible, y eso en Junio. No se cómo puede vivir la gente lejos del mar.

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Acabo de estar en un pueblo que se llama "Coca". La gente aquí es cercana y más amable que en Torrelavega, y todavía no he visto ni rastro de smartphones, ni de Internet. Televisiones sí.
En cuanto a mí, mientras esté entretenido no lo echaré en falta.





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Estoy en Segovia. Dentro de poco me iré a dormir. He visto a una pareja en la que cada uno iba adicto a su maquinita. Me rompe el alma. Hoy no he tenido mucho ansia de Internet, excepto que me apetece enviar un vídeo a una amistad y realizar un par de búsquedas turísticas que se me han ocurrido.







Día 2/8

Segovia ya es ciudad, y como tal, aumenta la presencia de Internet y smartphones. Ahora vamos rumbo a Guadalajara. ¿Qué me encontraré allí?
Solo llevo 1 día prescindiendo de tecnología y me he prohibido la Nintendo también, ya que la música es sacada de Internet. Tendré que silbar.
Me he alejado tanto de la tecnología que incluso el menú de opciones de la cámara me entretiene. Es tan divertido aumentar el brillo LCD...
P.D.: Llueve. Adiós viaje.

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¿Cuántos correos importantes me llegarán esta semana? ¿Cuántas actualizaciones de Tuenti? ¿Cuántos comentarios pendientes de moderación en el blog? ¿Cómo irán las visitas?
Voy a hojear un folleto de Segovia.

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Mejor aún: a ver si me duermo un rato, con la radio del coche de fondo.

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Al final no me conseguí dormir, pero me quedé ahí tranquilo. Ahora son las cuatro menos diez, y estamos en Guadalajara, en el hotel. En seguida saldremos a ver el palacio del Infantado.
P.D.: Aquí en Guadalajara no llueve.

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Bueno: Ya está todo visto en Guadalajara y ahora entiendo por qué no es una ciudad turística. ¡Aquí no hay nada!
Antes me he comido una napolitana en una terraza mientras leía una revista de Orange... Irónico, ¿verdad? Pero bueno, era en papel. Me aburro Me aburro Me aburro Me aburro...




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Debo soportar la tentación y evitar mirar la tele que han puesto mis padres.

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He hecho algunos dibujos, pero no consigo evitar mirar la tele... He intentado hacer un comecocos de papel y no me sale... como no puedo mirar en You Tube cómo se hace, ya preguntaré a un amigo.

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Vale, declaro Guadalajara como el sitio más soso de España, por lo menos. Buenas noches.

Día 3/8
Hoy nos vamos, casi todo el día es viaje, solo haremos algunas paradas. ¿Cómo me entretendré? Ya lo veremos.

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¡Hecho! El comecocos me ha salido, solo tenía un fallo en un paso.

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Lo estoy rellenando con adjetivos. ¡Me faltan 4! Estoy preparado para terminarlo como sea.

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¡Terminado! Solo había que pensar un poco. Estos son los adjetivos que he puesto:

• Soñador.
• Bueno.
• Malo.
• Desafortunado.
• Curioso.
• Soso.
• Flojo.
• Simpático.
• Tacaño.
• Afortunado.
• Inconformista.
• Fuerte.
• Especial.
• Amable.
• Imaginativo.
• Tonto.

9 buenos, 7 malo. Bastante equilibrado para haberlo puesto a boleo, ¿no?

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Les he apostado 10 céntimos a mis padres a que se pierden... No estoy para perder 0, 2 €, así que cada palabra como "pero...", "ese cartel", "aquí no hay señales", "ahora esto se divide", me produce un ligero escalofrío.
Voy a hacer el comecocos, a ver qué sale. Y soy... ¡soñador!

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Leyendo la etiqueta, me dado cuenta de que mi mochila es "Made in China". También me doy cuenta de que se está acabando la tinta. ¿Tendrá mi madre un boli?

¡Ah, que bien sienta volver a deslizar la punta del bolígrafo con libertad y esfuerzo mínimo! Esto se merece una carita:

J

Ahora voy a releer todo lo escrito en el cuaderno.

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Me dedico a ver la forma de las nubes a través de la ventanilla.

• Una parece una cabeza de dodo.

• Otra un OVNI.

• Otra un caracol.

• ¡Eh, esa parece una nube!

Me piden mis padres que busque la distancia entre El Casar de Talamanca y el Paseo de la Castellana. Perfecto, lo haré dentro de 5 días.

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Ahora son las 3 y cuarto de la tarde, y salimos de Aranda de Duero, la segunda ciudad de Burgos. La cámara está siendo un gran entretenimiento para mí, y estoy temiendo tener que prohibírmela también. En 3 días he hecho 193 fotos, y la gracia está en hacer actividades diferentes.

Cambiando de tema, Aranda de Duero es muy bonito (o al menos a mí me lo parece). He apuntado en una servilleta un par de cosas que me gustaría buscar en Internet. Pero como estoy acostumbrado a encender al ordenador al llegar a casa y buscar la información al instante, tema haberla perdido para dentro de 5 días. ¿La tendré todavía? Tanteo mi pantalón.

Sí, la tengo en el bolsillo izquierdo.

Volviendo a la cámara, tengo ganas de editar las fotos y guardarlas en una carpeta. Algunas las pondré en una carpeta con fotos para revelar (sí, todavía lo hago).

Pero eso será el Lunes. Voy a escuchar la radio.

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Ha empezado a llover. ¿Qué gota de agua llegará antes al final de la ventanilla?

Bueno, falsa alarma. Solo ha llovido durante 10 segundos (lo cual es curioso). Echaré un vistazo a la biblioteca de los asientos del coche, donde se acumulan decenas de papeles. Hay un periódico de los sencillos, con fecha "Del 14 al 21 de Junio de 2013". Le echaré un vistazo.

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Se acaba rápido este periódico: solo tiene 16 caras. ¡Ah, que no se me olvide! Tengo que regar, al llegar a casa, el "jardín". Así llamamos mi padre y yo a las plantas del salón:

• 1 pino piñonero de 3 meses.
• 1 girasol de 2 semanas.
• Plantas de tomate y perejil de 2 y 1 mes, respectivamente.
• Y un bonsai de edad desconocida.

Lo escribo y así no se me olvida cuando llegue a casa y relea esto.

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Me parece que he perdido 20 céntimos.

Por cierto, ahora sí que llueve.

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No es que me aburra, pero pasar las horas de viaje viendo el paisaje se hace aburrido, y no tengo nada más que hacer. ¿Otro comecocos? No, gracias.

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Llevaba una hora planchando la oreja y ahora estoy  mirando un mapa de carreteras de España y Portugal, buscando nombres curiosos de pueblos.
Por ejemplo, hay uno cerca de Soria que se llama Tejado. ¡Un saludo a todos los habitantes de Tejado!

Queda una hora para llegar a casa.

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Acabamos de llegar a casa y casi enciendo el ordenador por instinto. Debo tener cuidado y controlar mis ganas.

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He merendado. Son las 6:49 p.m.. A ver cómo lleno ahora el tiempo que me queda hasta ir a dormir. De momento aprovecharé para ir a buscar la tarea de Lenguaje Musical al conservatorio. Me he dado cuenta de que en realidad siempre me ha sobrado tiempo para hacer las cosas que quiero. El truco está en no gastarlo en Internet.

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Ya he cogido la tarea y he vuelto. Casi me había olvidado de la servilleta, pero en el último momento me he acordado. Ahora mismo la rescato de los pantalones y la pincho en el corcho, para mirarla el Lunes.

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En poco más de 1 hora me ha dado tiempo a jugar con una pelota saltarina y tocar el piano hasta dominar una obra (la BSO de El Show de Truman). Ahora estoy leyendo La Metamorfosis de Kafka (sí, es otro reto).

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No me lo puedo creer: ¡me le he terminado! Hacía siglos que no terminaba un libro.
Ahora, toca ir a dormir.

Día 4/8 (si no me equivoco.)
Hoy escribiré menos puesto que voy a clase.

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¡Ya estoy en casa! Hoy tenía obra de teatro (tenía que tocar la música junto con otros tres instrumentos: un chelo, un requinto y una batería) y no ha salido mal.
Ahora he vuelto y he sentido la fuerte necesidad de conectarme a Internet, como estaba acostumbrado a hacer cada vez que llegaba a casa.





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Acabo de comer (patas a la importancia y un bizcocho borracho de Guadalajara). Si esta semana no fuese esta semana, ya estaría conectado. Tengo que hacer algo diferente. No me veo con fuerzas para empezar un libro, ni me apetece dibujar. Bueno, mientras lo pienso pondré un poco de incienso.

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Haré un reconocimiento de la habitación, a ver qué objetos de ocio tengo y nunca uso.

• Piano.
• Yoyó.
• Peonza con luces.
• Juego de Tamgram.
• Pelotas saltarinas.
• Microscopio.
• Coche teledirigido.
• Monopoly.
• Chuchelandia (juego para hacer chuches).
• Equipo espía.
• Oca y parchís.
• Juego de efecto dominó.
• Helicóptero radio control sin batería.

Oye, ¡si me aburro es porque quiero! Hace mucho que no uso el Chuchelandia, pero mi mdre vendrá enseguida y necesita la cocina para comer...

Lo tengo.

Mientras cargo el helicóptero, pondré música (lo que tenga en DVDs y Casetes) y usaré el yoyó un rato. Luego, cuando esté cargado, lo volaré (afuera si deja de llover), y cuando le gaste la atería, que dura unos 10 minutos, ya habrá comido mi madre y haré algunas chucherías.

Bien, ¿eh?

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Bueno, un casete de la Orquesta Mondragón (¿no sabes de qué hablo?).

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No me imaginaba ser tan malo yoyeando... Con lo bueno que era. Mi récord de subidas y bajadas con el yoyó está en 12.
Lo apuntaré en la pizarra. Pero antes de eso pagaré los 10 céntimos a mis padres, hay que ser honestos.





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He superado mi récord de 12 dos veces, la primera vez 13 y la segunda... 71 yoyeos (es el nombre que les pongo).
La verdad es que tengo ganas de ver las notificaciones de Tuenti. Sabía que iba a ser duro, pero no me esperaba que lo fuera tanto, ni que yo fuese tan adicto. Por suerte, he empezado la desintoxicación a tiempo y estoy recuperando mi niño interior, que casi había muerto de inacción. El WiFi lo estaba matando.

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No he conseguido superar mi récord, me he quedado a 15 yoyeos y me rindo. Mejor disfrutaré del casete tranquilamente hasta que se cargue el helicóptero, y de paso ordenaré esta leonera que tengo por habitación.

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Ya tengo algo más ordenada la habitación, y el helicóptero ha cargado, pero no me apetece usarle. ¡A hacer chuches!

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He llamado a un amigo (por un teléfono fijo, que conste) y ha venido a casa. Hemos montado una máquina de hacer pompas, jugado al Mind Flex, hablado y tocado el piano.

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Ahora voy de libros:

• Voy a escuchar unas canciones que canté de niño para un CD de un libro de Lenguaje Musical.
• Voy a empezar un libro.

El CD no funciona, está rallado, así que leeré un poco. Música de fondo: un CD que al menos funciona.

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Lo dejo en la página 39. El libro está bien y ha conseguido entretenerme un rato. Como ya son las 10:45, me voy a la cama.

Día 5/8

Hoy Jueves, he pasado la mañana en clase. He venido, he comido y ahora estoy escribiendo. Tengo ganas de saber cuántas notificaciones tendré en Tuenti, pero la ausencia de tecnología no solo me está molestando, sino que también tiene efectos positivos: he vuelto a soñar por la noche (aunque de momento no recuerdo qué). Y era un sueño, no una pesadilla.

Tengo que llamar a alguien de clase, porque no se a qué hora tenemos que ir mañana. Me da pereza, pero bueno.

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Tal como pensaba, hay que estar  ahí alrededor de las 12 menos veinte. Es que mañana no hay clase, sino una ceremonia de despedida.
Luego bajaré al patio de mi casa (que es particular, je, je) con el amigo de ayer. Estoy cargando un coche teledirigido por que le voy a echar unas carreras con el suyo.

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Como me arrepiento de haberme puesto una larga semana sin Internet, a ratos creo que me muero. Tendré que ocupar mi tiempo en algo si no quiero enloquecer de aburrimiento.
Por cierto, hoy he tenido que usar POR OBLIGACIÓN el Paint, en la clase de Tecnología.
Ya se lo que haré: veré qué más cosas teledirigidas tengo.

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Son las 3:20, y de mirar coches he pasado a salvar cosas. En primer lugar, he arreglado el mando del coche teledirigido que iba a bajar, ya que estaba dando problemas. También estoy luchando por la vida de un bonsai. Le he hecho agujeros en la tierra para que entre el agua y le he metido una barrita de fertilizante.
Confío en que sus débiles hojas verdosas consigan salvarse. Ahora, sin más y con la conciencia tranquila, voy a bajar al patio.

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Llevo un rato en casa. He tocado el piano como nunca había tenido de expresividad, y ahora voy a seguir con el libro.
P.D.: Querría imprimir la partitura para piano de "El Show de Truman" para tocarla, pero la he tenido que sacar de oído y no queda igual.

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Página 82.

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Acabo de arreglar un llavero: las llaves lo agradecerán.

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La tarde-noche ha sido más bien nostálgica y ha transcurrido entre las fotos de un álbum. No se si todo tiempo pasado fue mejor, pero casi me caen algunas lágrimas, ni de alegría, ni de tristeza, al rememorar mi más tierna infancia.
Aparte de eso, me he probado dos disfraces: uno de templario, hecho por mi padre, y otro de moro, ¡con su gorrito y todo!
Voy a probar el comecocos con mi padre.
Le acaba de llamar tacaño.

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Son las 9:38 de la noche, y ahora que gran porcentaje de humanos están abstraídos en pantallas de TV u ordenador, completando redes sociales y observando programas baratos, ahora, yo estoy disfrutando del silencio que reina en este cuarto, y, con las manos sobre el reposabrazos de la silla, doy giros con esta de forma incontrolable, planeando mi próxima actividad.
De momento, voy a por una chuche del Chuchelandia.
Voy a diseñar una tarjeta de presentación para mi padre (es artesano, pinta y construye maquetas, y no vendría mal venderlo).

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Enseguida iré a dormir, esperando que el bonsai se recupere durante la noche (¡JA!).

Día 6/8
Es por la mañana y pronto iré andando, ya que tengo tiempo, a clase. No me dejan llevar el libro para esperar si llego antes.
¡Por cierto! Creo que hoy nos dan las notas.

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Pues nada de notas. Solo era la graduación de los de 4º. Y además ha ocurrido una anécdota. Por la mañana me daba escribir explicar que al final salía a las 10:15 para llegar a las 11 menos veinte. Ya se que había que estar a las 12 menos veinte, pero mis padres creían lo primero y me acabaron convenciendo.
Resultado: me sobró una hora, que rellené haciendo cosas.

• Primero me senté en un banco junto a la carretera, esperando pasarme los 60 minutos allí (infeliz de mí). Me aburría tanto que me puse a contar coches rojos. ¿Sabes cuántos coches rojos pasaron en 13 minutos? Piénsalo.

8 coches. ¿Lo adivinaste?

• En segundo lugar, di una vuelta por los alrededores del colegio, al principio cerca, paro me terminé alejando bastante, volviendo algo más tarde con la esperanza de que hubieran abierto ya la puerta, pero no.

Estaba yo oyendo una vocecilla al volver que decía: "¡Miguel!¡Miguel!¡Miguel!", pero pensé que me equivocaba. No podía haber nadie por allí a esas horas. Y finalmente, vi que era Isabel Casado la que me llamaba. 

(¿Qué? ¿No sabes quién es? Pues lo siento mucho.)

Me explicó que estaba cerrado, y me quedé semi-charlando con ella. Luego se fue acoplando más gente y al final entramos por secretaría.

Esa es la anécdota.

Aparte de eso, la ceremonia muy bonita, blah, blah. Y ahora estoy, finalmente, en casa, con el casete de la Orquesta Mondragón dando vueltas sin parar. Cara A, Cara B, Cara A, Cara B.

Cabe destacar que hoy he batido mi récord personal de yoyeos: 72.

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Tal como recuerdo proponer en 18 cosas que hacer en vez de ver la tele, he empezado a dibujar un mapa inventado.

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Quiero pedir disculpas por haber llenado esta página de personitas.

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He ido a la biblioteca a buscar el primer libro de Los Juegos Del Hambre: me le han recomendado tanto que al final tengo hasta ganas de leerle. Cogeré la postura más enrevesada del mundo, cerraré las cortinas y la puerta, y empezaré el libro.

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He leído 48 páginas y, durante la cena, le he contado toda la historia a mis padres, con abundancia de detalles y partes textuales. No recuerdo haber tenido nunca tanta capacidad de memorización, y el no acordarme lo reafirma. Aún sin intentar grabármelo en la memoria mientras leo. ¿Tendrá esto algo que ver con la ausencia de pantallas? Creo que sí.
Seguiré leyendo, que tengo intriga.

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Hoy sí que se me ha hecho tarde: voy a dormir, que son las 11:30.

Día 7/8
Hoy mi madre me ha dado una sorpresa: tuve que acompañarla a "comprar cebollas". No me dejó llevar el libro, y la acompañé. Cuando me di cuenta, estaba en una tienda de animales, ¡comprando un hámster! Era para mi hermana y para mí, como recompensa por las notas y el esfuerzo. Como solo mirarle me entretiene no he escrito mucho.
No he leído mucho hoy, pero ahora voy a seguir con Los Juegos.

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Acabamos de ponerle nombre al hámster. Ha llegado mi hermana y hemos escrito 7 nombres (los que se nos han ocurrido) posibles para el nuevo de la familia, sobre unos papeles, que hemos arrugado y metido en su rueda (se la quité porque se escondía debajo). Le hemos sacado al azar y se va a llamar (teniendo en cuenta que es hembra)... ¡Pepa!

Yo quería llamarla Ratatouilla... Estas eran las sugerencias, ¿con cuál te quedas?

• Ratatouilla.
• Pepa.
• Canela.
• Mini.
• Chipi.
• Lana.
• Roberta.

Día 8/8

¡Buenos días! Ayer me quedé leyendo hasta las 11:40. Hoy mis planes son los mismos, leer y jugar con Pepa, a excepción de que por la tarde saldré en bici.

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He intentado hacer una sesión fotográfica a Pepa, pero las fotos salen movidas porque no se está quieta.

¡Qué ganas tengo de entrar en Internet y desenvolverme (con más control que antes, ¿eh?) en el mundo digital!

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De hecho, creo que voy a encender el ordenador. Esta semana ha estado ben, ya que he aprendido que la vida está en el aire y no en las pantallas. Gracias a este periodo especial, mi carácter es más fuerte, sueño de noche, tengo más memoria y devoro libros. Pero Internet no deja de ser una herramienta útil, mientras se use con control. Yo ya he cumplido los 7 días que me propuse en un principio. He aprendido lo que tenía que aprender. A partir de ahora tendré más cuidado. Así que...

¡CONEXIÓN!

Vuelta a casa diferente

La felicidad me brota de los poros. Hoy ha sido el día en el que los exámenes globales de 2º de la ESO se terminaron. Y, como todos los días, bajé andando a casa, respirando el aire nuevo que me rodea, dejándome abrazar por la sensación de la libertad.
Las vacaciones no han empezado y aún hay que ir a clase, pero el esfuerzo a realizar es mínimo ahora. Ahora mi única preocupación es huir y llegar sano y salvo al hogar, donde miles de objetos (libros, hojas y lápices, ordenador) me esperan para que use mi tiempo libre. Bajo la fina lluvia que me acaricia la cara, extiendo el brazo, ya llegando a casa, y disfruto de las texturas que siente mi mano: gotelé, cristal, rejas, pared lisa, y aire. Ya estoy en el antepenúltimo paso de cebra, temiendo que un coche inoportuno me robe mis cercanas vacaciones. Pero no. De repente, estaba frente al portal 10-A. Y hubo algo que me dieron ganas de gritar cuando miré a la calle antes de entrar, pero que por sentido común no grité (además había un señor por ahí que me ponía nervioso):
¡LIBREEEEE!

La envidia del Norte

Si le dices "España" a cualquier alemán, polaco o incluso inglés, no tardará en pensar en playas calurosas repletas de gente bañándose, jugando y descansando en la arena bajo el Sol de verano. Pero lo que quizás no sepa ese noreuropeo es que ese hombre que está tomando un pincho en el chiringuito acaba de llegar de trabajar, o en su defecto, de buscar trabajo. Y hoy he pensado que tal vez ese sea el problema: pura envidia.

Cada uno pasa su ocio como quiere, y aquí el clima nos permite salir más a la calle, ser sociales y vivir la vida afuera, pero eso no significa que seamos vagos.

Esa es la percepción equivocada de muchos europeos, que viven para trabajar y no al revés, llegan a casa cansados, se van adormir con la mantita y se levantan temprano porque mañana hay que madrugar. Por eso, no es de extrañar que les choque nuestro estilo de vida, y, repito, piensen que aquí estemos de guasa.

Se que esta entrada es más corta que la mayoría, pero solo tengo eso que opinar. Y no solo refiriéndome al Sol y la playa: quiero decir que la gente está aguantando mucho para salir de este pozo de miseria, y nos hemos creado un estereotipo que impide a Europa valorar este esfuerzo.

Saludología

La ciencia de los saludos es una especialidad que solo los maestros del carisma aprenden a manejar.

Pero todos hemos sido novatos. La situación que pone a trabajar tu cerebro es la que se da cuando, caminando por la calle, tus ojos reconocen a un conocido (suficiente conocido para afirmar que le conoces pero no amigo precisamente). Esperando que no te vea también a ti, todo se vuelve interesante: los edificios, la hora del reloj, los coches que pasan.
Pero el sujeto se aproxima y parece irrumpir en medio de tu camino. Le tienes casi encima cuando solo te quedan dos opciones:
Saludar o no saludar.
Si le saludas, probablemente te mirará con ojos de "¡pero si casi no te conozco!". Si pasas de él, eres un descortés. Solo sabes que la primera opción es mala pero es mejor, así que debes emprenderla: de algún lugar de tus entrañas consigues sacar una voz ronca y grave, y muy, pero que muy baja. Justo cuando el conocido está pasando por tu lado, lo sueltas. La voz tarda un poco en viajar por tu garganta y salir al exterior. Y suena:
- Hola.
Tras tres parpadeos rápidos, rematas tu osadía con un carraspeo. Has salido victorioso de una situación muy complicada, y continúas tu camino con la espalda más erguida.
Justo entonces, todos los que han vivido esta experiencia afirman haber oído una respuesta lejana, y casi inaudible... Pero eso nunca se demostrará.

¡Atención!

La semana que viene tengo los exámenes globales, y por este motivo voy a escribir nada o casi nada. Me animaría que, mientras yo no puedo atender este blog, vosotros lo hicierais más interactivo. Comenta y vota aquí en la encuesta para el lector.