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29/11/13

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¡Doscientos miiiiiiil eeeurooosss!

Una tarde cualquiera de Noviembre, vas y te pones a ver la tele, lo que sea, hasta que, harto de saltar de cadena en cadena, decides tragarte los anuncios hasta que llegue la programación. En mitad de esta odisea, aparece un spot aún desconocido para ti: un pueblo de noche iluminado por lucecitas naranjas introduce el anuncio. Más tarde, en la plaza de la localidad aparece un árbol de Navidad amarillo-dorado. La gente se agolpa como polillas alrededor de la luz que desprende, esperando un espectáculo que comienza con una voz femenina. Resulta ser Marta Sánchez, y con ella, las mejores voces de España, que empiezan una canción angelical. Hasta aquí todo bien.

Sin embargo, hay algo en el vídeo que no funciona, aunque no acierto a saber qué es. Todo en el anuncio es perfecto: las voces, la felicidad en el rostro de la audiencia. Pero ¿y si ese es el problema?
Los ojos comienzan a salirse de las cuencas de Caballé, al tiempo que la mandíbula de Raphael se desencaja. De pronto, el anuncio da miedo, aunque las personas presentes en la supuesta plaza parecen no sentirlo.
Todo queda reafirmado por un "Nananana-nan, na-nan, nan...", y la imagen de la fecha del sorteo de Navidad. ¡Así que era el anuncio de la lotería!
El de este año es un poquito empalagoso, mediocre. Y además no sale el calvo.
Y es que una Navidad sin el calvo pierde fuelle...

24/11/13

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Pianos espectaculares

Hace poco tiempo, una amiga mía (y pianista) destacó que le había encantado la entrada de las cosas más caras del mundo, pero, en su creencia de que el piano es el instrumento rey (y "mejor que las flautas traveseras", psché), no entendió que no apareciese ninguno... Bueno, pues de nada. Aquí se reúnen varios pianos de los más estrafalarios. No son los más caros del mundo, ni indico su precio, pero tampoco parecen muy baratos, ¿no?


  • The Schimmel Grand Piano Pegasus
Este bello diseño de madera de ébano y marfil sintético es obra de Luigi Colani. La segunda palabra del nombre lleva su marca. Un piano de cola, por llamarlo de alguna manera, curvilíneo, elegante, sólido, y aparentemente cómodo. Sin embargo, esto no se queda en el diseño: tiene un sistema eléctrico de levantamiento de tapa. El taburete es regulable en altura, longitud y distancia al teclado.

  • Piano Schimmel Pegasus Vertical
piano schimmel pegaso vertical
Adaptándose a las necesidades de los pigmeos, y para casas (o bolsillos) más pequeñas, Luigi convirtió su proeza en una versión de pared, igualmente curva y agradable a la vista. Solo hay 14 en el mundo. ¡Hazte con uno!

  • Special Edition Grand Piano
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Debería tener ruedas, ya que el diseño es de Audi, que celebró con este producto tan ilógico para la marca su 1000 aniversario. Es un piano normal, con la suerte de tener un diseño precioso y estilizado como el suyo.

  • The Temtaption Piano
Este es quizás algo más flamenco, ¿no? ¡Dejémonos de elegancia y que fluya la creatividad! Solo gracias al recubrimiento de pequeñas bolitas de colores, un piano normal se convierte en un teclado rodeado de dibujos y caras, flores... Un instrumento muy pintoresco, obra de John Lawson.

  • El sonido de la armonía
Este es el nombre que la marca Steinway dio al piano de cola que tuvo el récord de ser el más caro del mundo... y no sin motivo: es una mezcla de 40 tipos de madera que dan origen a un instrumento de 1, 2 millones de euros (este sí lo digo).

  • Schimmel Dorado
Este es quizás el más bonito de todos los ejemplares. En él conviven dos colores: el elegante negro y un acabado dorado que lanza todo tipo de destellos. Todo resguardado por fino cristal, que deja las cuerdas y macillos al aire. Me imagina lo bello que será tocarlo y poder ver cómo responde ante tus ojos. No tengo mucho más que añadir. Ya lo vemos todo en la imagen.

  • Y por último...
Ahora presentamos el piano que actualmente es el más caro del mundo... Este.
Además, no solo ostenta ese récord (son 2, 5 millones de euros), sino también el de ser el más hortera. ¿No crees? En cualquier caso, su creador (John Kuhn, cristalero de Viena) lo ha trabajado mucho. Está compuesta de 40.000 cristales Kuhn tallados a mano, dispuestos por el instrumento con forma de diamante. ¡Incluso la banqueta está a juego! El cristal "refleja la luz como una obra de arte viva, por lo que el piano parece brillar desde el interior - incluso con luz tenue. En la luz más brillante, simplemente deslumbra".

Te dejo con un vídeo de este último, y mientras lo escuchas, responde: ¿Cuál te ha gustado más?


22/11/13

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Bombillas de las buenas

"Las cosas antes se hacían para durar". ¿Te suena esa frase? Quizás la hayas oído en boca de tu abuela. Si es así, dile a tu abuela que tiene razón (o "más razón que un santo"). Un ejemplo perfecto son las bombillas: en 1911 duraban 2500 horas, y ahora aguantan alrededor de la mitad. Sin embargo, nos queda una reliquia que recuerda esa época en la que los filamentos resistían hasta el último momento posible.
En una estación de bomberos, en Livermore, California, se encuentra la bombilla más antigua del mundo. Fabricada en 1890 por la compañía Shelby, lleva ¡112 años encendida!
Está recogida en el libro Guinness, y los bomberos la usan como su símbolo: deben estar atentos y preparados las 24 horas del día. Aunque pueden descansar un poco, ya que la bombilla estuvo apagada brevemente durante una mudanza. Ha sobrevivido a varias crisis energéticas y un terremoto que asoló San Francisco. Y ahora mismo brilla. Si no te lo crees, en su sitio web sacan una foto cada 10 segundos.
Y ahora mira tu flexo en el escritorio... ¿Tiene envidia?

17/11/13

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De papeles

El mundo está lleno de reglas no escritas, y los baños de una casa no son una excepción, especialmente si el baño es usado por dos o más individuos. En mi caso, mi hermana y yo tenemos asignado un mismo baño, y es muy sencillo usarlo: si manchas el espejo, tú lo limpias, si tiras el bote de los cepillos de dientes, tú lo recoges, juntos con más casos quizás más desagradables de explicar.
Pero ¿y el papel? ¿Cuál es el problema, cuál es el nutriente, hormona o neurona que nos impide tener la capacidad de usar un rollo y cambiarlo cuando se acaba?
Todos sabemos que el uso del papel higiénico desciende exponencialmente a lo largo de su vida útil: de 3 cuadraditos pasa a 2, a uno solo y terminamos utilizando pequeños trocitos, procurando alejar de la mente el pensamiento de que pronto sucederá la catástrofe. Medio rollo puede durar el doble que la primera mitad, y los árboles lo agradecen, pero tarde o temprano, ocurre. Encuentras un cilindro de cartón, pelado, ni siquiera una pizca de color blanco que te salve de esa gran responsabilidad.
Te sientes humillado, desafortunado y, sobre todo, perezoso por hacer lo que debes hacer.
Ignorando el revistero y los pañuelos de tu bolsillo, te incorporas a la luz halógena, acercándote al armario y coges con tus propias manos ese rollo que incluso, quizás, hayas ido gastando por no ponerle. Pero ahora es el momento (sería una burla de la naturaleza terminarlo sin haberlo puesto), y terminas con la tiranía del viejo cartón, arrojándolo al suelo, para sustituirlo por el nuevo. Larga vida al rey.
Espera, que oigo algo al otro lado de la puerta:
"Miguel, ¿quieres salir ya?"

10/11/13

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Los síndromes más raros

No es bueno reírse de las enfermedades, pero algunas llaman tanta la atención que merecen ser recogidas en una entrada. Por ejemplo, esta.
  • Síndrome del acento extranjero: El afectado habla su idioma como lo haría alguien que no conoce el acento que debe emplear. Pronuncia como un extranjero su propia lengua materna. Puede tener problemas de identidad y sentirse mal en su comunidad.
  • Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas. Con este curioso mote se designa un fallo cerebral que altera la percepción visual: la víctima ve todos los objetos lejanos y pequeños. Ahora entenderás el nombre, ¿no?
  • Síndrome de Amok. Este es más serio. El paciente, en un momento de furia, coge un arma y ataca a todo el que ve, para luego tener amnesia y herirse a sí mismo. La ciencia no es la única que no le encuentra explicación.
  • Delirio del Doble. ¿Y si todos tus "conocidos", "amigos" y "familiares" fueran en realidad personas que te engañan, fingiendo serlo? Eso cree quien lo tiene, en los casos más simples, aunque pueden llegar a "doblar" su coche, casa o hámster...
  • Síndrome de Cotard. El sujeto se cree firmemente un muerto viviente, en descomposición. Puede oler su propio aroma a muerto, y, como tal, se cree inmortal. Os podéis imaginar...
  • Síndrome de Jerusalén. Se produce exclusivamente en esta misma ciudad. La sobredosis religiosa termina haciéndole creer al viajero toda la Biblia (¡lo conseguiste, Jesús, que listillo!). Entonces se pone, simplemente, a predicar al resto. La cura es salir del lugar. No voy a sacar conclusiones ateas de esto.
  • Síndrome de París. Otra ciudad para cerrar antes de que enloquezca al mundo, aunque esta solo afecta a japoneses: sus expectativas son demasiado altas. Idealizan la ciudad, la imaginan perfecta, idílica, con su torrecita... Sin embargo, el tráfico intenso y el estrés de cualquier otra ciudad europea no se lo esperaban... Así, entran en un estado de shock. Esto es tan cierto que la embajada japonesa les atiende en este caso, y deben volver a su país.
  • Síndrome de la mano ajena. Los pacientes son dos: el ser humano y su mano (¿se quedará simplemente en "ser hu"?), que va a su bola: se mueve sin que quiera el sujeto, desabrocha botones e intenta estrangular cuellos y coger cuchillos. Y no para guardarlos en el cajón.
  • Síndrome de Pica. Lo padecen los más hambrientos: niños y embarazadas. Tienden a comer cosas no comestibles (tizas, moho, suciedad, bichos, ceniza de cigarro y demás asquerosidades).
  • Síndrome de Florencia. Ahora es Florencia la ciudad que, con su excesiva belleza repartida en todo el lugar, puede acelerar el ritmo cardíaco, provocar mareos, zumbidos, temblores ¡e incluso alucinaciones! Es el propósito del arte llevado a otro nivel.
¿Qué opinas de todo esto?

7/11/13

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¿De qué color es un espejo?

Es posible que alguna vez te lo hayas preguntado...
¡Tranquilo! La pregunta que se niega a sí misma tiene solución.

Realmente, un espejo no tiene color. Es duro aceptarlo, conformarse con eso, pero es así: el color es de lo que refleja. Carne si eres tú, rojo si eres tú comiendo guindillas, el azul del cielo, el amarillo de la luz del Sol (oh, qué bonito).
Sin embargo, si sometemos un espejo a una luz blanca, pura, la luz neutra, obtendremos en el cristal un tono algo verdoso. Esto pasa por que nuestros espejos no son perfectos, sino que absorben parte de la luz, y el verde es el más difícil de absorber. Un espejo perfecto debería ser blanco en ese caso.
Aún así, basándonos en esto, podemos decir tranquilos que los espejos son verdes.
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3ºB

ATENCIÓN: En esta entrada generalizo. Si eres quien eres, no te lo tomes mal.

Soy consciente de que hay más personas mirando esto de las que creo, y, que parte son profesorado mío. Asumo todos los riesgos y escribo.

Hoy nos daban la preevaluación, un papel que anticipa tu futura relación con las asignaturas. Quienes van mal tienen M; regular, R, y hay quien luce con orgullo un espacio en blanco.
Somos 27. Hay 99 mal. 99 caprichosos suspensos a cargo de 25 alumnos. Solo 2 hemos cumplido nuestra obligación, que es estudiar, estudiar a pesar de la clase, del ruido, del ambiente, los líos en los que algunos se meten. Durante los intercambios, bolitas de papel vuelan entre gritos de babuino (he visto babuinos más civilizados), sobrevolando cabezas cuando estas no son el blanco; canastas que en realidad son papeleras y auténticas guerras en un todos contra todos.
Y yo con mi lápiz, intentando hacer algo. ¡Hacer algo! ¿Qué voy a hacer en esta clase, si no es unirme al enemigo?
La práctica de usar chuletas goza de buena salud entre los malos estudiantes
Los vigías de la puerta, y quienes salen ilegalmente al estrecho pasillo, se "silencian" durante unos nanosegundos (benditos sean) al ver que viene el profesor. Quien pasa de todo va tranquilamente a su sitio, mientras que los más ansiosos por dar imagen de "yo no he sido" prácticamente vuelan al pupitre esquivando mochilas y sillas tiradas en el suelo.
Aproximadamente se ha colocado el 58% de la clase cuando llega el maestro y comienza la segunda parte. El sermón de 20 minutos sobre el comportamiento, los gritos que se oyen desde Primaria y demás quejas. Mirada seria y mosqueada pero dirigida al infinito, a nadie que sea de los culpables de esa pérdida de tiempo. Risas de fondo mientras el profesor habla, y más aún si se atreve a callar.
Cuando más o menos empieza la clase y quedan 30 minutos, es un momento perfecto para hacer (o, no mintamos, copiar) la tarea que te dio pereza el otro día, si es que te interesa tenerla hecha, claro. ¿Qué más da? No pasa nada.
Se pierden 10 segundos de cada minuto mandando callar. De echar a la gente no hablemos. Resultado...
(60 - 10 = 50. 50 x 30=1500. 1500/60=25). 25 minutos de materia.

Guardé la hoja en el cuaderno de matemáticas y me eché la mochila a los hombros, preguntándome quién tiene la culpa de esto.

3/11/13

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La última raba

Si hay, desde luego, dilemas importantes en el mundo, este es uno de ellos. Y está muy presente en cumpleaños, bodas, celebraciones, etcétera...

Una comida familiar. Sobre las mesas, grandes raciones y fuentes de comida y de esos extraños "canapés caseros" de la abuela del tipo "cómetelo o no hay postre". Y cómo no, el plato estrella, el más exitoso, el más ansiado, ¡el más...! Bueno... mejor sigo:

¡Las rabas!

En cuanto el plato de esta comida roza lo más mínimo el mantel, y después de rociarlas excesivamente con jugo de limón, ¡comienza el ataque!
El plato de rabas va menguando en contenido y menguando y menguando...


Es entonces cuando llega la parte triste. Las rabas... se acaban. Bueno, todas menos una, esa pequeña raba en medio del plato, esa que nadie quiere... pero todo el mundo mira con ojos de carnero degollado.

Me imagino a esa pobre raba, mirando con ojos tristes a todos los comensales, pensando: "¿Qué será de mí?" con impotencia.

Pero los sentados a la mesa no tienen piedad. Así que, torpemente, se levantan poco a poco y dejan a nuestro asustado aperitivo a merced del viento... y no diré dónde acaba después. Un minuto de silencio (o bueno, un ratito).