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28/7/14

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Por qué acepto la piratería

Atención, aviso: En este texto solo cargo y me refiero al arte que al artista le sale gratis, como tocar el piano o escribir un poema. Una película, por ejemplo, sí necesita ser pagada. Y, en todos los casos, se ha de apreciar el trabajo del autor al compartir su arte.

El arte es vocación. El arte es gusto, es algo que te agrada hacer y presentar a los demás. Hacer negocio de ello no está bien, pues si tanto te gusta, deberías dejar que el resto lo disfrute.

Si bien, en tiempos pasados, un grupo musical… Bueno, mejor pongamos un ejemplo.

Años 90. Pepito Rodríguez, gaitero, ha compuesto él mismo (y esto es gratuito) varias canciones para su instrumento. A él le gustan, y, como tal, quiere que el mundo las conozca. Pero hay un problema: Internet aún no existe. Es por eso que el señor Rodríguez acude a una discográfica, y pagando un pastón a esta, graba sus gaitadas y crea un disco con ellas.

Resultado: Pepito Rodríguez tiene que pagar a la discográfica para que publique su disco. Para no perder dinero, a este hombre no le queda más remedio que pedir dinero por él para saldar su deuda con la discográfica. Esto, sumado al propio precio que la empresa le pone, hace más que comprensible el hecho de que se cobre el disco. Pero, si nos fijamos, veremos que jamás se ha cobrado el esfuerzo de componer esas canciones, jamás se ha cobrado la imaginación que Pepito tuvo, porque Pepito prefiere que se lo premien de palabra sus seguidores y amigos que recibir la respuesta en dinero. Porque él solo quería hacer arte.

Año 2014. Pepito Rodríguez se ha modernizado, y ahora tiene en su domicilio un estupendo portátil y un buen ADSL. Está metido de lleno en la era cibernética. Es por eso que, cuando se compone unas cuantas canciones para piano (por que la gaita ya le aburrió), le vuelve a la mente el recuerdo de años atrás, del sablazo económico que le metió la discográfica para que pudiera enseñar su disco al mundo. Afortunadamente, en estos tiempos modernos tiene una mejor opción: subir las canciones a Internet. “Qué bien, yo no pierdo dinero y por fin todo el mundo podrá apreciar mi arte sin esfuerzo”, piensa el Sr. Rodríguez desde su honradez. De modo que eso hace.

Un día, paseando por Google, descubre algo cuanto menos curioso: se llama SGAE. ¿Su intención? Hacer pagar por el arte a la ciudadanía para dar dinero a sus autores. Nuestro curioso pianista descubre que hay cientos de ninis viviendo muy bien de dos o tres canciones que en su día compusieron (o no, a saber), que perciben salario cada vez que una de ellas suena en la radio o en la TV. Descubre que se puede vivir del arte y convertirlo en un negocio, ganar dinero. Pepito se pasa entonces al lado oscuro: borra sus obras de YouTube y las cuelga en una red de pago, a un módico precio de 1,50 la pieza.

Resultado: Pepito Rodríguez no gasta dinero. Su único esfuerzo es, al igual que lo fue en los 90´, componer las piezas para piano. Sin embargo, ha pasado de querer una ciudadanía culta y con acceso a la erudición a cobrarles para que estos puedan escucharle. Pepito ya no compone. No tiene por qué hacerlo, vive del aire. Después del fulminante éxito de una de sus obras, le pagan cada vez que alguien la tararea en televisión o que suena en la radio.
Ha convertido el arte en un negocio.

Y esto es injusto, pues quien quiera adinerarse con su arte debería hacer conciertos, giras, en definitiva, currárselo. Y si no, trabajar como el resto.


¿Acaso pago yo al mosaiquista cada vez que piso el azulejo del baño? Por que ese hombre sí ha tenido que trabajar, en algo cansado y que requiere esfuerzo. El mosaiquista no está cobrando de su ocio e inspiración. ¿Por qué ha de cobrar más que ese hombre de la construcción alguien a quien en su día se le ocurrió una canción?



¿Y hay quien se siente culpable aún de bajarse una canción del Torrent?

17/7/14

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Torrelavega, Punto Sucio

Hoy vamos a hablar del parásito cerebral que a veces me impide escribir: la pereza.
Es ya conocida la dicotomía que hay en la humanidad: un mundo avanzado y moderno por encima del Ecuador, pero hecho trizas en el Sur. A veces, las diferencias están aún más cerca: pasar una frontera te cambia la vida, o salir de la playa convierte a tus pies en víctimas del suelo después de haber sido tratados con suavidad en la arena (por sacar temas veraniegos, aunque haya sido un poco forzado).
Sin embargo, a veces solo hace falta dar unos pasos para encontrarse entre el Cielo y el Infierno: hablo de esto.


Sí, a la izquierda: es un Punto Limpio en mi querida Torrelavega. Un Punto Limpio, y justo enfrente de las miradas de sus empleados, ese Punto Sucio, vertedero ilegal que ha brotado como una seta, fruto de gente con problemas neuronales que confundió esa explanada con un contenedor, o que, simplemente, no quiso caminar más.

Si bien estos ciudadanos, por decir algo, son los causantes de este foco de suciedad, es aún más absurda y (casi) cómica la total indiferencia de esos empleados del Punto Limpio que, todos los días, van a trabajar y vuelven a casa pasando por delante de neveras, microondas y demás chatarra. Horas en el recinto del basurero, y ni un solo dedo mueven por recoger aquello.

Pero aún hay un tercer personaje en esta tragicomedia: nuestros dedicados y sufridores concejales, ahora del PSOE, que tanto se preocupan por el pueblo y la calle. No parecen haber pasado por allí, por que si no lo habrían resuelto... ¿no? ¿Concejal de movilidad?

¡Eso es vocación y lo demás son tonterías!

8/7/14

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¿Feliz? marciaño

Hace poco, el róver Curiosity cumplió un año marciano (687 días), y me da mucha pena que no pueda celebrarlo.

http://www.jpl.nasa.gov/news/news.php?release=2012-368

Solo, triste y sin metas, la NASA le soltó en un desierto árido y hostil que le golpea con su viento cargado de arena rojiza. A miles de kilómetros de casa, si es que tiene, en el más grande vacío existencial. Tan solo llevado por el lento ritmo de sus ruedas, cuya dirección ni siquiera decide, Curiosity sabe que está destinado a morir allí, solo y frío, tras enviar varias fotos del sustrato de Marte.

Seguro que a veces vuelve la vista atrás y recuerda aquellos días de emoción en la Tierra, aquellos técnicos y mecánicos cuánticos a los que él emocionaba e inspiraba a trabajar. Aquel día, o aquellas horas de tensión en las que miles de miradas vigilaban su entrada en la atmósfera marciana y los gritos jubilosos que le llegaron por radio al llegar satisfactoriamente.
Tuvo momentos distendidos, como el día que encontró una piedra demasiado parecida a una rata y causó verdadera confusión y paranoia allá en su planeta.



Sin embargo, los días han pasado y para él, el ritmo monótono de los días marcianos ha hecho de su vida algo mecánico y carente de sorpresas. Los humanos, a los que tanto amó, lo aprovecharán, lo tratan y tratarán cual cámara de fotos desechable, hasta su último día.

La única esperanza es, tal vez, tras una duna, encontrar algo de compañía con la que poder distraer su chip cansado, quizá un marciano o una verdadera rata, y con mucha suerte a su predecesor, Spirit, ya caído en la batalla y contando sus infinitos días en el Planeta Rojo.

Vamos, como un jubilado español. ¡Feliz cumpleaños, Curiosity!

4/7/14

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Inútil pero molesto

¿Su cargo? Empresario.
¿Su sueldo? El nuestro.
¿Su utilidad? Ninguna.

Así es Rosell, el hombre que atribuye el paro a los caraduras de "amas y amos de casa" que se apuntan a este.
Rosell es un monarca. Papá tenía una empresa y con ello un reino. Rosell le heredó. Ese es todo el trabajo de un hombre que se queja de quienes no pueden trabajar. Para él, dueño y señor de Españistán, son 5 millones de esclavos menos. Y esto es grave, teniendo en cuenta que debe de necesitar al menos dos mayordomos, cuatro guardaespaldas, un chófer y otro de repuesto y demás comodidades burocráticas que él, como un niño grande, tiene desde la cuna. Es por esto que a Rosell le fastidia que el paro aumente y se engañe a sí mismo. "Tranquilo, Rosell. Siempre tendrás el Gobierno de tu parte". Siempre que le haga la pelota, claro (está demostrado que es la forma de triunfar en este país).


Así que Rosell leía el guión donde explicaba resueltamente el por qué del paro. Leía con una neurona y con la otra aguantaba el tipo, por que debería llorar de vergüenza.
Su explicación (bueno, la de los negros que tiene escribiéndole el discurso) es muy simple: cada vez más amos y amas de casa se apuntan al paro, para cobrar el subsidio, como en una fiesta en la que todos quieren participar.
Lo que se le olvida es pensar de dónde han salido tantas personas cuidando casas. Aaamigo. Resulta que antes no estaban ahí, sino trabajando.
Trabajando, que es lo que este hombre no ha hecho en su vida. Vida, que es la que tiene resuelta Rosell. Rosell, que es el tío que se ríe de nosotros.