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6/12/22

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Priorizar salva vidas

Para saber que quiero hacer, primero he de saber todas las cosas que no puedo ser y, después, darme cuenta de cómo no necesito serlas para disfrutar de soñar con ellas o verlas en otras personas o en el arte. Por último, finalmente, debo identificar lo que no puedo ser con, muchas veces, lo que no quiero ser.

Vivo solo una vida, eso es lo que tengo y lo que tenemos todos. No puede ser, a la vez, presidente de España y un monje de vida meditativa. No puedo ser, a la vez, el famoso economista que convenció a las personas para que desmantelaran los Estados y la persona sencilla que puede ponerse la radio tranquilamente, sin sufrir por comparar cada palabra que dice el presentador con su esquema mental, alejado de toda referencia social y cultural. No puedo ser el autor que se gana la vida con sus escritos filosóficos intuitivamente acertados y el luthier de flautas que vive en una casa de campo a la vez. No puedo, a la vez, dedicarme a viajar en autocaravana por el mundo y tener un piso en propiedad amueblado exactamente como a mí me parecería lógico. No puedo, a la vez, invertir más horas en formarme en política y economía e invertir más horas en mantener lazos con mi familia y amigos.

Creo que me frustro porque no tengo aceptado que no puedo hacer todas esas cosas. No lo tengo aceptado porque son ensoñaciones en las que vivo el día a día. Y vivo el día a día en estas ensoñaciones porque me cansa afrontar la realidad. Una realidad en la que soy humano, falible y siempre tendré sueños sin cumplir. Una realidad a la que cada día tiene más coste abrir los ojos, porque hay más y más trabajo atrasado.

Por eso los abro desde ya.

Por eso ahora estoy atento a cuando me refugio en mis ensoñaciones para no ver la realidad. Porque si no, habré pasado la vida sin ser tan siquiera, al menos, una sola cosa de entre las que sí son posibles.

Por eso ahora intento ser consciente de por qué hago las cosas y lo que siento cuando las hago, preguntándome después: "¿voy a dejar que esto condicione mi vida?".

Ahora tengo algo de capacidad de autoobservar cómo realmente me engaño a mí mismo cada vez que genero expectativas de vida que nunca van a darse, porque lo que realmente quiero no es esa vida, sino refugiarme en la ensoñación de la misma. Y quizás siempre me voy a ver inclinado a esas ensoñaciones, pero aparte de que ya sabiéndolo se pierde parte del interés por las mismas, creo que para estas frustraciones vitales nunca por cumplir, y que me imposibilitan lograr todo lo que podría lograr, existen los libros, las películas, las charlas, los sueños, existen ratos para ello. Pero no deben confundirse con la vida misma, porque entonces te impiden vivirla, ya que lo interpretas como factores reales a tener en cuenta para decir "no" a lo cotidiano y lo mundano.

Se trata de aceptar lo que no se puede controlar y vivir lo que sí, y vivir implica disfrutarlo y sufrirlo. Y aún si estas reflexiones se dan en momentos en los que toca en un primer lugar la parte de sufrir, es muy diferente sufrir por no estar adaptado la realidad y frustrante, porque no encaja en tus esquemas, que sufrir porque las circunstancias son adversas, pero entiendes lo que pasa y lo aceptas. Si se vive, uno puede encontrar cada día cosas que le hagan ilusión de verdad, progreso mental y emocional, tangible, extraordinario, lo emocionante y lo motivador, lo ordinario, lo cotidiano y lo que hace todo el mundo.

Y a veces, por un ratito, logro vivir en mí mismo y en el momento. Logro que, en lugar de pensar en cómo sería estar en un momento de la película pasada o futura de mi cabeza, la película sea este momento. Y entonces no tienes escapatoria para no ser consciente del mismo, de todo lo bueno y malo de este. Todo deja de ser una performance, dejas de poner las caras que se supone que deberías poner antes las diversas situaciones y la cara pasa a ponerse sola; dejas de estar despersonalizado, y entiendes que lo de "ser feliz", que se supone que es lo que debemos buscar, es una cosa muy vacía en comparación con sentir cada momento de la vida, y que prefieres estar en cada momento y ser un humano completo, y sin tiente antes que, simplemente, evitar el dolor y buscar el placer, como chutar un problema hacia adelante para encontrárselo al siguiente paso.

Y cuando empiezas a entender estas cosas, incluso pareciera que pierdes el miedo y entiendes lo que es la confianza.

19/9/22

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Güelita Carmina

Güelita Carmina.
 
Te dejaste por ver todos los éxitos venideros de tus nietos y el camino que, en los estudios o en la vida, íbamos a contarte mientras lo recorríamos. Pero aún llegaste a vernos en graduaciones, conciertos, oposiciones y otros tantos logros de los que presumías ante todo el vecindario.
 
Te recuerdo en mil sitios: te recuerdo en Guardamar, metiéndote al agua con nosotros; en el salón de casa, bailando los Lunnis conmigo y con Güelito, sabiendo que según se acercaba la hora de dormir yo iba a querer irme; o en la puerta del colegio, yéndome a buscar a la catequesis. Más adelante, te recuerdo en la Avenida de España, encontrándote conmigo y mis amigos dando una vuelta, diciéndome “a ver cuándo te pasas por casa”, pero nunca reprochándomelo; o en muchas comidas familiares, diciendo “Donde esté un filete con patatas, que se quite todo eso del wok”. Te recuerdo asomada por la ventana, viéndome volver tras meses de pandemia, con lágrimas en los ojos. Te recuerdo en el salón, teniendo cientos de conversaciones sobre Sálvame o La isla de las tentaciones, cotilleando sobre este, el otro y la de más allá, actualizándome sobre todo el personal de Telecinco; pero también hablando sobre la vida y la muerte, sobre el amor y la familia, la guerra y la paz, sobre la compañía y la soledad. 
 
Y creo que, gracias a recordarte en tantos sitios, nunca te irás del todo.
 
“¡Vaya hijas tienes!”, te decían siempre. Y lo cierto es que no pudiste quejarte, ni de hijas, ni de nietos; aunque, por contraparte, cumpliste como nadie como madre y abuela. Y como hermana, amiga, vecina...
 
Uniste a los García (o a los San Emeterio) alrededor de ti en incontables eventos, convirtiéndonos sigilosamente en más familia cada vez. Y sin abandonar nunca tu desparpajo al decir las cosas (que sí, lo tenías), nunca nos faltó tu comprensión. Ahora, y seguro que no soy el único, tendré que buscar otro pepito grillo que escuche todos mis problemas, que se memorice toda mi situación, estudios, trabajo, preocupaciones, conflictos; y que después me diga que me entiende, y que yo a lo mío, a estudiar y a ser feliz. Alguien que lo enjuicie todo de esa manera tan resuelta pero afectuosa, y que me enseñe que hay que prosperar en lo que se pueda y aceptar el resto.
 
Te costaba mucho decir “te quiero” y tampoco eras muy fan de los abrazos, pero ahora veo que querer no es eso. Como siempre, nos damos cuenta de la mayoría de lo que tenemos cuando nos falta, y ahora me doy cuenta de todo lo que voy a seguir aprendiendo de ti.
 
Si he llegado a leer hasta aquí debe ser porque todavía no me lo creo del todo. Todavía hice antes una foto a los ramos para enseñártelos y que vieras toda la gente que ha venido a despedirte. En fin, ya ves.
 
Espero que tus rezos por la noche por nosotros hayan sido correspondidos, y así todos los nuestros por ti lo sean también, y estés descansando y en paz, y, si puede ser, con Güelito.
Te vamos a echar mucho de menos.

26/2/22

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¿Existe el patriarcado?

I. Introducción

 

De un tiempo a esta parte, tenemos mucha legislación con perspectiva feminista, y esta sigue en aumento. Esta legislación decide en qué condiciones podemos trabajar, qué plazas se nos favorecen o desfavorecen, cuánto tiempo vamos a la cárcel y por qué delito, cómo se reparten las custodias y otras cuestiones muy importantes y delicadas.

 

Por otra parte, mucha legislación feminista se realiza con base en la existencia de un patriarcado, que definiremos escueta y esencialmente como “conjunto de ideas, mayormente subconscientes, presentes en los individuos de una sociedad patriarcal, que generan al aplicarse ciertas estadísticas sociales (tipos de violencia sufrida, distribución en el mundo laboral, etc.)”.

 

Sin embargo, y asumiendo que estas estadísticas de nuestra sociedad se quieran corregir, para legislar con efectividad con base en las características del patriarcado será requisito la existencia misma del patriarcado, ya que, si no, estaremos observando una realidad  estadística debida a otras causas, y será necesario replantearse estas causas y, en su caso, las nuevas medidas a tomar.

 

II. Falsas demostraciones

 

La cuestión es que el patriarcado, tal como lo hemos definido, es imposible de probar por medio del argumento generalizado con el que se asume su existencia diariamente. Vamos a presentar ese argumento de forma simplificada:

 

1.     A existe y se define por llevar a B. (2 asunciones no probadas)

2.     B existe. (Hecho cierto)

3.     Por tanto, A debe existir. (Demostración falaz)

 

O lo que es lo mismo:

 

1.     El patriarcado existe y se define por causar determinadas creencias, violaciones a mujeres, asesinatos de mujeres, etc.

2.     Existen esas creencias, violaciones a mujeres y asesinatos de mujeres.

3.     Por tanto, el patriarcado existe.

 

Nótese que el patriarcado no ha quedado probado con este razonamiento.

 

Ahora bien, también se puede conceder que, si el patriarcado es sinónimo exacto de una situación, y esta situación existe, el patriarcado existe sin que esto tenga ninguna consecuencia, significado ni relevancia. Pero ¿qué utilidad tendría eso? Eso es tal como decir “si hace Sol, los gamusinos existen” y, simplemente, asumir que el principio y final de la definición de gamusino es “aquello que existe si hace Sol”, sin ninguna implicación en el mundo físico… ni legal. Evidentemente, este es un debate estéril, un ejercicio dialéctico.

 

La clave está, por tanto, en quien aprovecha la oportunidad de demostrar falazmente A para adosarle en su definición de partida una serie de características adicionales constitutivas, de modo que, al quedar A falsamente probado, también quedarán igual de falsamente probadas estas características, ahorrándose el mal trago de tener que probarlas por separado. Probemos a reiterar la línea de razonamiento, esta vez añadiendo una característica más: la exclusividad.

 

1.     A existe y se define por llevar a B, que no existiría sin A. (3 asunciones no probadas)

2.     B existe. (Hecho cierto)

3.     Por tanto, A debe existir, y B existe únicamente por A. (3 demostraciones falaces)

 

O lo que es lo mismo:

 

1.     El patriarcado existe y se define por causar determinadas creencias, violaciones a mujeres, asesinatos de mujeres, etc. Nada más podría causarlo.

2.     Existen esas creencias, violaciones a mujeres y asesinatos de mujeres.

3.     Por tanto, el patriarcado existe, y esas creencias, violaciones a mujeres y asesinatos de mujeres existen únicamente por el patriarcado.

 

También se pueden adosar a la primera línea otras asunciones no demostrables. Aquí un ejemplo con el subconsciente:

 

1.     A existe y se define por llevar a B debido a C. (3 asunciones no probadas)

2.     B existe. (Hecho cierto)

3.     Por tanto, A debe existir y B se debe a C. (3 demostraciones falaces)

 

O lo que es lo mismo:

 

1.     El patriarcado existe y se define por causar determinadas creencias, violaciones a mujeres y asesinatos de mujeres debido a un sentimiento subconsciente de superioridad en los hombres, exclusivamente cultural y “desaprendible”.

2.     Existen esas creencias, violaciones de mujeres y asesinatos de mujeres.

3.     Por tanto, el patriarcado existe, y sus consecuencias se deben a un sentimiento subconsciente de superioridad en los hombres exclusivamente cultural y “desaprendible”.

Nótese que incluir la presencia del patriarcado dentro del subconsciente colectivo en la propia definición del patriarcado evita tener que demostrar esa creencia, e incluso se impone sobre millones de personas que nieguen tenerla. Todo ello falazmente, por supuesto.

 

III. Comparación con la existencia de Dios

 

Como he dicho, por la propia naturaleza del supuesto patriarcado, que residiría en el subconsciente, y por todo lo anterior, es imposible probar su existencia y, por tanto, asumir sus características; del mismo modo en que probar la existencia y, en consecuencia, los mandamientos de un Dios sobrehumano, no está al alcance de los humanos. Por poner un ejemplo de esto último:

 

1.     Dios existe y se define por su bondad

2.     Mi hijo ha sobrevivido a una peligrosa cirugía el año pasado

3.     Por tanto, Dios existe

 

Pongamos ahora que el hijo no se salvó:

 

1.     Dios existe y se define por lo inexplicable de sus obras

2.     Mi hijo murió en una cirugía el año pasado

3.     Por tanto, Dios existe

 

La falsedad de esta demostración queda expuesta por dos hechos:

 

1.     Que es aparentemente posible demostrarlo con dos hechos contradictorios

2.     Que existen otras explicaciones de mucha mayor credibilidad (como la aplicación de la medicina o la mala praxis).

 

IV. Moral

 

En ambos casos, sólo queda la fe y el seguir intentándolo por otras vías; y en ambos casos no es culpa del creyente no poder demostrar algo que, por qué no, podría ser cierto.

 

Lo que sí es culpa del creyente es someter a los demás a las consecuencias de su creencia. La mayoría de nosotros vería mal que un religioso nos sometiera a los agnósticos al voto de pobreza o castidad, o a los diez mandamientos, sólo para placer a su Dios, cuya existencia no ha demostrado. También con cualquier otro fenómeno similar se estaría cometiendo un grave error desde dos puntos de vista morales básicos, y volvamos a las categorías del razonamiento sobre el patriarcado:

 

Moral consecuencialista. Aquella que establece que obrar está bien si favorece un resultado, en definitiva, que el fin justifica los medios. Si B no se debiera a A, por mucho que se pretendiera atacar a C (la supuesta causa de A contenida en su misma definición), ni B ni A (de existir) cesarían. Por tanto, someter al resto a tu creencia habría causado daño al retraer recursos y tiempo de la lucha contra B, y aún más: asumiendo y esperanzando a otros en que B se puede eliminar de un modo que en realidad no lo hace (lo cual no significa que no se pueda eliminar, sino que no es seguro que sí, debido a que tu seguridad reposaba en un argumento falso). Y así es como las cifras de violencia de género permanecen inalteradas tras años de lucha contra su falso origen.

 

Moral deontológica. Aquella que establece que obrar está bien si obedece a ciertas obligaciones o respeta ciertas prohibiciones predefinidas (por ejemplo, dar el mismo trato legal a cada persona independientemente de su género ante el mismo hecho). Si se considera, por ejemplo, que eliminar C (de existir) reducirá B, y eso pasa por un trato desigual ante la ley; y si efectivamente C no era la causa de A o ni siquiera existe; someter al resto a tu creencia habrá causado un daño desde la perspectiva de una moral deontológica (vulnerando sus principios) para ni siquiera obtener (por culpa de la falsedad de tus teorías) resultado positivo alguno.

 

V. Conclusión

 

Visto todo lo comentado hasta ahora, resulta más sencillo entender por qué grandes sectores del feminismo ignoran o silencian los abundantes estudios de criminología que achacan causas comunes a la violencia dentro de la pareja, independientemente del género; o por qué se ignoran las sobradas pruebas de diferencias generales de intereses según el sexo biológico en recién nacidos aún no influenciados por la cultura.

Pero mucho cuidado con aplicar morales acientíficas e irracionales a los demás, porque aunque no todo el mundo se moleste en exponer tan detalladamente la trampa, todos lo sufrimos y nos acabamos dando cuenta; incluso quienes han querido conformar su vida, su personalidad o su discurso sobre una gran quimera, mientras el mundo permanece igual de patriarcalizado.

 

ABC de perspectiva de género: el patriarcado