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12/10/13

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Imagina un país

Para este sencillo ejercicio solo necesitas borrar todos los datos geográficos de tu mente. Olvida todos los nombres de los países, y los estereotipos y realidades asociadas a ellos.
¿Listo? De acuerdo.
Imagina una democracia en un país.
Ahora imagina que en ese país el dinero público lleva años entrando a cuatro bolsillos. Ahora imagina que los propietarios de esos bolsillos han sido elegidos por más del 50% de la gente del país. Los cuatros bolsillos te dirigen.
Imagina ahora que los oficios dejan de ser rentables y van desapareciendo, mientras la gente que votó esos bolsillos, desesperada, se fía de las supuestas soluciones que estos proponen. Estas soluciones se basan en llenar más esos bolsillos, y, por lo visto, de alguna manera eso va a funcionar. La gente se lo cree.
Pasa el tiempo y el supuesto efecto de las soluciones no funciona como se esperaba. Al contrario, los empleos bajan. Los bolsillos pensantes, aquellos que se cree que son cualificados y preparados para buscar ideas originales y solucionar la creciente crisis, no hablan al respecto, y siguen haciendo lo que empezaron sin preguntar siquiera si es lo correcto. Como no preguntan, la gente sigue callada. En silencio.
En ese silencio, bastante gente tiene que ir a otro país hasta que aquello pase. La gente que queda se empieza a mosquear. Termina muy enfadada, pero en silencio.
Los bolsillos se apoyan en ese silencio para seguir con sus ideas poco originales para salir de la crisis, y cada vez las endurecen más. ¿Sigues imaginando? Entonces, imagina este cuento, no tiene precio...


  • Imagina que se prohíbe dar de comer a las palomas.
  • Imagina que no se puede tocar música en la calle.
  • Imagina que está prohibido utilizar un banco para otra cosa que no sea sentarse.
  • Imagina que no se puede ir en skate.
  • Imagina que, si limpias los cristales a un coche, tienes que pagar a un guardia de policía. Ese policía piensa igual que la gente (ya que es parte de ella). Piensa que las soluciones no van a funcionar, pero tiene que cobrar, ya que es uno de los pocos que aún trabaja. Y te cobra en silencio.

Ahora deja de soñar paranoias, y recuerda que estamos en España, donde todo esto es posible. Y de hecho ocurre.
Gente del siglo XXI, bienvenidos a la dictadura donde decides quién te encadena.

Ya no se puede.

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