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11/5/14

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Vale todo

Podemos pensar que tenemos suerte, suerte de haber nacido en el Siglo XXI, y, es más, en la Unión Europea, una asociación que reza por la igualdad, la libertad y el respeto (mientras nos da sablazos económicos, ejem). Estas ideas han empezado a calar, tanto que pronto saldrán de la fase de desarrollo y en el autobús veremos ya a gente que ceda el asiento a ancianos y niños. Y no, no lo cederá a mujeres, porque sería machista. Tanto se les debe dar trabajo e importancia a las mujeres como se les debe igualar en estos aspectos: nada de tener prioridad al abandonar el barco, ni de entrar primero en el ascensor, y en el INEM también toca hacer cola. ¿Acaso no valen para arreglárselas por su propia fuerza? ¡No las infravaloremos! Digo esto porque me parece que en algún sitio nos estamos pasando. Ya no nos podemos reír de altos, bajos, gordos, flacos, nacionales, extranjeros, blancos, negros, amarillos, azules, ni hombres ni mujeres. Y es que cualquier referencia a sus cualidades es ahora un insulto.

Aprovechando esta emergente cultura del “todo está bien”, hay quien pone a prueba la sociedad: gente del “tercer género”. No se consideran varón ni mujer, y en ellos se dan mezclas de lo más extravagantes: nudosas manos de hombre, pelo falso, maquillaje a kilos, curvas femeninas y una barba digna de Jesucristo. Así estaba ayer Conchita Wurst en Eurovisión, e iba dispuesta/o a ganar, porque tenía la receta del premio. Nadie podía comentar su aspecto, ni tan siquiera sentir algo de rechazo (los cerebros no están acostumbrados a ver mujeres con barba), así que la tortilla se dio vuelta: todos debieron respetarla, admirarlo, engolarle y recalcar que era una más. Si hubiera sido uno más no habría ganado.
Hubo canciones, fuera de gustos, mucho mejores que aquella balada romántica como otras muchas. Los islandeses fueron allí a pasar un buen rato y los franceses tuvieron su ritmo. Pero ¿qué ocurre? Que no eran transgresores, y si no votas a Conchita, eres un intolerante. Un asqueroso, vaya.

Las votaciones son otra historia, además. Cuando las líneas se cierran al público deberían hacerlo también para el jurado. Si no, se produce un efecto “bola de nieve”, y el primero que empieza bien termina ganador (ya lo dice el lema: Join Us).
Ahora que ya está visto que somos todos muy respetuosos y modernos, deberíamos empezar a evaluar la canción.

¡A ver cuál es la excusa del año que viene!

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