Podemos pensar que tenemos suerte, suerte
de haber nacido en el Siglo XXI, y, es más, en la Unión Europea, una asociación
que reza por la igualdad, la libertad y el respeto (mientras nos da sablazos económicos,
ejem). Estas ideas han empezado a calar, tanto que pronto saldrán de la fase de
desarrollo y en el autobús veremos ya a gente que ceda el asiento a ancianos y niños.
Y no, no lo cederá a mujeres, porque sería machista. Tanto se les debe dar
trabajo e importancia a las mujeres como se les debe igualar en estos aspectos:
nada de tener prioridad al abandonar el barco, ni de entrar primero en el
ascensor, y en el INEM también toca hacer cola. ¿Acaso no valen para arreglárselas
por su propia fuerza? ¡No las infravaloremos! Digo esto porque me parece que en
algún sitio nos estamos pasando. Ya no nos podemos reír de altos, bajos,
gordos, flacos, nacionales, extranjeros, blancos, negros, amarillos, azules, ni
hombres ni mujeres. Y es que cualquier referencia a sus cualidades es ahora un
insulto.
Aprovechando esta emergente cultura del “todo
está bien”, hay quien pone a prueba la sociedad: gente del “tercer género”. No
se consideran varón ni mujer, y en ellos se dan mezclas de lo más
extravagantes: nudosas manos de hombre, pelo falso, maquillaje a kilos, curvas
femeninas y una barba digna de Jesucristo. Así estaba ayer Conchita Wurst en
Eurovisión, e iba dispuesta/o a ganar, porque tenía la receta del premio. Nadie
podía comentar su aspecto, ni tan siquiera sentir algo de rechazo (los cerebros
no están acostumbrados a ver mujeres con barba), así que la tortilla se dio vuelta:
todos debieron respetarla, admirarlo, engolarle y recalcar que era una más. Si
hubiera sido uno más no habría ganado.
Hubo canciones, fuera de gustos, mucho
mejores que aquella balada romántica como otras muchas. Los islandeses fueron
allí a pasar un buen rato y los franceses tuvieron su ritmo. Pero ¿qué ocurre?
Que no eran transgresores, y si no votas a Conchita, eres un intolerante. Un
asqueroso, vaya.
Las votaciones son otra historia, además.
Cuando las líneas se cierran al público deberían hacerlo también para el
jurado. Si no, se produce un efecto “bola de nieve”, y el primero que empieza
bien termina ganador (ya lo dice el lema: Join
Us).
Ahora que ya está visto que somos todos
muy respetuosos y modernos, deberíamos empezar a evaluar la canción.
¡A ver cuál es la excusa del año que
viene!
Pues sí, es un poco triste que gane por una barba.
ResponderEliminar¿Verdad que sí?
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