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12/6/14

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Excusas

El cerebro humano es impresionante. Esto se demuestra en numerosos momentos de la humanidad, así como en pequeños actos de cada día. Es por esto que esta precisa máquina registra más datos de los que jamás podamos creer, y más de los que un ordenador puede. En ocasiones decide por nosotros en el córtex cerebral o en el hipotálamo, o en el cerebelo... es darle una señal y empezar a mandar datos y más datos e información, por medio de la débil pero eficiente sinapsis entre las dendritas y axones de las neuronas. Pero volviendo al cerebro, destacaremos que este trabaja en coalición con el sistema nervioso y el endocrino, responsables de nuestros cambios y acciones. Yo no tengo la culpa de lo que hago, sino unas cien mil millones de neuronas, un número como el de las estrellas que hay en una galaxia media.

Es por esto que, al ser yo humano, y poseyendo también un cerebro (o siendo poseído por él, tal vez), soy susceptible al gran engranaje orgánico de mi cabeza. La información sensitiva que recibo ahora mismo es el calor de los rayos del Sol sobre mí, el fin de las clases del curso y la (casi) total libertad que esto supone.
Ante este estímulo, mis endorfinas están por todas partes y los músculos, incluidas las falanges de los dedos, no tienen señales ni calorías para funcionar eficientemente. El verano ha paralizado mis sistemas nervioso y locomotor...

Vamos, que no me apetecía escribir.

(Pero a lo tonto esto ha sido una interesante entrada de ciencia)

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