Fuente: https://www.freepik.es/foto-gratis/resumen-desenfoque-supermercado_1246288.htm |
Compra nº 1
Desde que abandonáramos nuestro
modo de vida de cazadores-recolectores, hemos tendido a un sistema en que
nuestra despensa no se llena en función de la disponibilidad de alimento del entorno, sino
de aquello que nuestra capacidad de elección dictamine. ¿O no?
Reflexiono sobre todo esto
mientras deposito ya las cosas en la cinta:
- Leche entera
- 6 huevos camperos
- Plátanos
- Bandeja de filetes de lomo
- Una lata de anchoas
Total: 15€.
Lo de siempre, vaya.
Es entonces cuando la cajera interrumpe
mis pensamientos y comienza a contarme las ventajas de hacerse una tarjeta de
puntos: parece que ahorraría bastante. Y yo, que soy muy malo para las
promociones pero aún peor para abrir el puño, decido confiar por una vez: tras
confesar a la empresa mi nombre, DNI, dirección y signo zodiacal, regreso a
casa con (además de la compra) una maravillosa tarjeta amarilla, aún sin entender cómo,
exactamente, iba a pagar menos por lo mismo a partir de ahora: la venta de mis
datos, pensé, les había sido suficiente.
Y qué equivocado estaba; no sabía dónde me estaba metiendo.
Compra nº 2
Hay qué ver lo rápido que baja la
despensa. Me encuentro de nuevo en la cinta, a punto de pasar la tarjeta,
cuando la cajera me informa: comprando leche semidesnatada de marca acumularé
el doble de puntos, es decir: alcanzaré antes los descuentos. Al ser de marca,
el precio no varía a pesar de ser semi,
pero ¿qué importa renunciar a un poco de nata si puedo optar a un hipotético descuento
en un futuro?
De acuerdo pues.
- Leche semidesnatada
- 6 huevos camperos
- Plátanos
- Bandeja de filetes de lomo
- Una lata de anchoas
Total: 15€.
Compra nº 3
Esta vez, es un 3x2 lo que altera
mi libre decisión. Por tres bandejas de lomo, me cobrarán sólo dos. ¿Cómo puedo
rechazar esa oferta? Estaría perdiendo dinero frente al que la aprovechara. Y
tarde o temprano gastaré ese lomo. Al fin y al cabo necesito proteína.
- Leche semidesnatada
- 6 huevos camperos
- Plátanos
- 3 bandejas de filetes de lomo
- Una lata de anchoas
Total: 17€.
“Y vuelva antes de la semana que
viene, que por la compra le ha salido un descuento temporal para colonias”. “¿Colonia? Si yo apenas la uso”,
pienso mientras apilo la compra en la nevera, haciendo un auténtico tetris con las bandejas de lomo. Bueno,
la pillaré y guardaré para regalársela a mi novia. Aunque no tengo. Bueno, para cuando tenga: la colonia no caduca.
Compra nº 4
¿Sabéis qué sí caduca? El lomo. No
he dado abasto a comer los filetes, y aún con el tufillo de la última bandeja
que he tenido que tirar revoloteando por mi nariz, me dirijo al supermercado.
Hoy estoy dispuesto a hacer la
compra como me dé la gana, cabreado como estoy por el resultado de la última oferta. Cojo la leche entera de siempre, huevos, plátanos, UNA bandeja de lomo
y mis anchoúcas, que no falten.
Ya estaba guardando las cosas en la bolsa cuando
la cajera me tienta de nuevo: “Son 15€, pero si llegaras a 16 te sale un
descuento de 5 para la próxima compra. Si quieres cambia algún producto por
otro para llegar al precio.”
Reconozcamos que 5€ merecen la
pena, y sólo tengo que gastar uno más. Decido hacer caso.
Si cambio los 6 huevos camperos por
12 de jaula, me sale exactamente a un euro más (llegando a 16€) y tendría el doble de huevos…
Siempre he tenido la delicadeza de comprar aquellos que no proceden de gallinas estresadas, pero ¿sabéis qué? A tomar por saco las gallinas. Ellas también lo harían de ser yo.
Siempre he tenido la delicadeza de comprar aquellos que no proceden de gallinas estresadas, pero ¿sabéis qué? A tomar por saco las gallinas. Ellas también lo harían de ser yo.
- Leche semidesnatada
- 12 huevos de jaula
- Plátanos
- Bandeja de filetes de lomo
- Una lata de anchoas
Total: 16€.
Compra nº 5
Qué mal huele el huevo podrido,
de verdad. Pero qué bien me sentó aprovechar la oferta. Imaginaos al pringado
que por no haber llegado a 16€ no se va a descontar 5 con su reluciente vale como yo haré
esta tarde.
Lleno el carrito con mis cosas habituales, que se van a quedar en 10€, y por un momento me asalta una idea: ¿y
si, ya que siempre gasto 15, incluyo cosas por valor de 5 más? Al final me
saldrá igual de precio. ¿Y si pillo unas trufas y un botecito de estos de
extracto de vainilla? ¿Y por qué no unas pilas? Sí, seguro que un día lo uso.
Vamos a tirar la casa por la ventana. Y unos chicles, por si algún día me
vuelven a gustar.
[…]
Compra nº 84
Mi casa parece un bazar chino. Tengo
colonia y pilas para dar y tomar, y mi ciclo de compra consiste ya en tirar lo
que ha caducado para volver a comprar cantidades ingentes de alimento (que sin
duda volverá a caducar), de modo que, al peso, todo me salga lo más barato
posible.
Al fin y al cabo, si ahora
volviera a hacer mi compra original, sin tarjetas, ni 3x2, ni promociones, ni
leche semi, perdería dinero frente a lo que hago ahora. ¿O no? No debería
ignorar que hay parte de lo que compro que acabo tirando o no usando, pues yo
no puedo con todo.
Estimo seriamente la posibilidad
de casarme y formar una familia para amortizar las ofertas. Sería un matrimonio
de conveniencia. De mucha conveniencia, de hecho. Una boda rápida y a ahorrar. Y al fin tendría forma de deshacerme de una colonia cada San Valentín.
Mientras me dirijo al súper a contribuir al desperdicio de alimentos, el estrés de las gallinas, el desnatado de la leche, la compra por impulso y las ventas de Chicles Five, me invade un pensamiento: ¿somos realmente libres a la hora de comprar si se premia monetariamente la elección de unas determinadas cantidades y productos? ¿Si se castiga con el coste de oportunidad a quien escoge comprar sólo en base a lo que necesita y no en base a lo que las grandes superficies quieren que necesite? ¿Qué maldita culpa tengo yo si quiero gastar 15,99€ y no 16? ¿Debo seguir con mi dieta sin azúcares añadidos si los yogures endulzados están en oferta? ¿Debo entender como una multa, frente al ahorro, el gravamen de cualquier otra opción "libre"?
Metiendo las cosas en la bolsa, y con la pesadumbre de quien se sabe conocedor de una realidad frente a la que es impotente, actualizo mi otrora reflexión: "Desde que abandonáramos nuestro modo de vida de cazadores-recolectores, hemos tendido a un sistema en que nuestra despensa no se llena en función de la disponibilidad de alimento del entorno, sino de aquello que el marketing dictamine".
Simplemente genial
ResponderEliminar