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20/6/15

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¡A la de tres pagas!

Grexit. Dragma. Préstamo. Deudas. Cumbre. Desacuerdo. Ultimátum. Plazo. Tiempo. Cuenta atrás. Bancarrota. Corralito. Advertencia. Peligro. Números rojos. Números negros. Números supermega negros.
En el FMI ya han gastado todas las palabras, pero no saben cómo asustar a Grecia, y, como un mal padre, de esos que dicen "A la de tres cobras, ¿eh? Uno, dos... ¡Eh! Dos... ¡Dos y medio!", intentan asustar a la población, y rebelarla contra el Gobierno que ellos mismos han votado hace unos meses.
Pero no parece que los griegos pierdan mucha confianza en Tsipras, y esto no es del agrado del Eurogrupo en su mayoría.

Así que el país heleno sigue negándose a pagar sus deudas (las que ellos consideran ilegítimas). ¿Y qué pasará? Pongamos un símil real. Aunque los principales diarios no se hicieron eco de ello, cuando América Latina, hace unos años, se negó a pagar a sus acreedores, simplemente le condonaron la deuda, y todo siguió igual. Y todo sigue y seguirá igual, aunque hablemos de millones, billones o millardos de divisas.

Hay quien vive engañado y sigue pensando que, si Grecia no paga a la UE, tampoco a nosotros, y, como producto de tal impago, nos hundiremos en la miseria. Procederé a explicarte, querido lector, mi punto de vista.

Para empezar, ya estamos en la miseria y no podemos arruinar ninguna recuperación, ya que tal no existe. Y también cabe aclarar que la gran parte de la deuda griega, como ocurre con el resto de deudas internacionales, es de la banca a otros bancos. No es Tsipras quien juega con fuego. Han sido los bancos los que se han hundido, al igual que en el crack del 29, en su propia especulación e incompetitividad. Por tanto, la deuda no es pública, o no debiera serlo si se midiera en función de la culpa que el ciudadano medio tiene.

Pero este tozudo lector seguramente (y es totalmente respetable) siga dudando de que la deuda sea tan poco importante. Continúo pues.
Si Grecia cae presa de las amenazas de la Unión Europea y paga la deuda, nada cambiará más allá la las bolsas y de los datos macroeconómicos, que es la vara de medir que, desgraciadamente, utilizan las altas esferas para medir el progreso y la recuperación. Una forma con la que ya no queremos medir el progreso, tal y como he dicho, pues queremos recuperar la política en su significado más idílico: aquello que un representante hace para mejorar el bienestar de una población.

Recordemos toda la deuda que se le ha perdonado a Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, y todo el dinero que se le ha prestado cuando le ha hecho falta. Como dije antes, tenemos dos varas de medir. Una para los países que van de salvavidas y otra para el resto. Esto parece una sucia pelea de orgullos.

Seguramente todo este embrollo se resuelva a la antigua usanza, como la Historia nos muestra en situaciones similares. Tal vez la solución debería haber sido planteada mucho, mucho antes, a la hora de ser creado el Ser Humano, para haber echado menos egoísmo, ingenuidad, fanatismo y egocentrismo en su receta.

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