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27/4/13

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La vida de mi padre

Esta es la historia de un tipo que en ciertos momentos de su vida, sintió que era inmortal. Y motivos tenía. Cuando con 14 años hubo un escape de gas en su casa y su hermano pequeño le espabiló a base de palmaditas en la mejilla más o menos fuertes, sobrevivió.
Cuando un par de años más tarde iba a trabajar (común en España a esa edad y en esa época) montado en una furgoneta con su padre, una curva les sorprendió yendo a bastante velocidad. Fue entonces cuando nuestro protagonista oyó de su padre: "Agárrate que esta no la damos". Esta frase profética fue la precursora de dos vueltas de campana a las que, sorprendentemente, sobrevivieron.
Fue otro día cuando fue al río a pescar truchas con un amigo y su padre. Se agarró a la rama mala (¿o tal vez malvada?), que no pudo con él y le dejó caer a un pozo salmonero de unos cuatro metros de profundidad. Casualmente, llevaba puesta la ropa del oficio: botas altas y pesadas. La remontada fue épica, teniendo en cuenta que el individuo apenas sabía nadar y que su calzado quería ahogarle. Pero sobrevivió.
Con 32 años, ya casado y con una hija pequeña, la muerte hizo su mejor jugada hasta el momento: la quemó media pierna (técnicamente el 13% del cuerpo) en el trabajo. Pero un mes de hospital, un año de baja y un injerto de piel pudieron salvarle, y sobrevivió.
Gaseado, accidentado, ahogado y quemado.
Es mucha suerte sobrevivir a eso. Lo que nuestro individuo no sabe ahora es si la "Crisis" va a poder con él, porque a los 51 años está en "Stand-by". Y después de salvarse de tantos accidentes naturales ve poco probable salir bien de su actual situación.

Lo cual le lleva a pensar que quizás no sea inmortal.

ACTUALIZACIÓN (12-5-2013)

Hoy nos acordamos de que el individuo también ha estado a punto de morir cayendo en bicicleta a una zanja y por una cornada de toro.

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