Sábado por la noche y toda la familia en el salón (excepto mi hermana, que
no cuenta), con los ojos entrecerrados delante de la televisión y en estado
vegetativo.
En esta situación, parece que ni una bomba atómica despertaría la atención de
nadie, pero... sí. Hay algo que sí.
Suele ocurrir en la parte más aburrida de la película: mientras el ladrón mira
su botín, mientras el enamorado compra la alianza, mientras el protagonista
está en medio de un atasco...
De repente, de la nada, empieza a surgir
un sonido sospechoso, el de una olla a vapor con la tapa casi cerrada,
una especie de silbato ronco que al principio puede parecer el comienzo de una
tormenta.
Y solo quiero aclarar lo de la noche anterior:
¡Yo no fui!
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