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29/11/13

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¡Doscientos miiiiiiil eeeurooosss!

Una tarde cualquiera de Noviembre, vas y te pones a ver la tele, lo que sea, hasta que, harto de saltar de cadena en cadena, decides tragarte los anuncios hasta que llegue la programación. En mitad de esta odisea, aparece un spot aún desconocido para ti: un pueblo de noche iluminado por lucecitas naranjas introduce el anuncio. Más tarde, en la plaza de la localidad aparece un árbol de Navidad amarillo-dorado. La gente se agolpa como polillas alrededor de la luz que desprende, esperando un espectáculo que comienza con una voz femenina. Resulta ser Marta Sánchez, y con ella, las mejores voces de España, que empiezan una canción angelical. Hasta aquí todo bien.

Sin embargo, hay algo en el vídeo que no funciona, aunque no acierto a saber qué es. Todo en el anuncio es perfecto: las voces, la felicidad en el rostro de la audiencia. Pero ¿y si ese es el problema?
Los ojos comienzan a salirse de las cuencas de Caballé, al tiempo que la mandíbula de Raphael se desencaja. De pronto, el anuncio da miedo, aunque las personas presentes en la supuesta plaza parecen no sentirlo.
Todo queda reafirmado por un "Nananana-nan, na-nan, nan...", y la imagen de la fecha del sorteo de Navidad. ¡Así que era el anuncio de la lotería!
El de este año es un poquito empalagoso, mediocre. Y además no sale el calvo.
Y es que una Navidad sin el calvo pierde fuelle...

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